Y fueron tus lágrimas, agua bendita
que sació de mí, la sed
que mi cuerpo cubrió
engendrando esperanza
en el vientre desnudo
Y fue lecho, la tierra
y fueron las estrellas, manto
y fue tu boca, tibia caricia
que despertó mis labios.
Nuestras pieles, se rozaron
bastó para que el fuego del deseo
se apoderara de los cuerpos
haciendo de nuestro lecho, el templo perfecto
Mil lunas pasaron, mil lunas nos cubrieron
mil noches distintas, mil noches de ensueños
No hubo cordura
que entendiera la inmensa locura
que existía entre nuestras almas
Nada habitaba fuera de nuestro mundo
todo estaba congelado, perdido, mudo
Solo la luz de la luna
iluminaba nuestro universo
Y sobre un cielo de versos
buscó tus labios, el carmesí de mi boca
mientras nos acunaban los arpegios
de los latidos de nuestros corazones
No sé decir por qué
Cada noche, era como si fuera la última
de saberlo, nos hubiéramos dormido
en un eterno sueño
Tal vez esta dicha no era para este mundo
O quizá
simplemente
porque esto fue más
que el amor mismo
(desconozco su autoria)
Perdí muchas veces y muchas cosas en mi vida. Pero junto a ese “perder” hoy intento el valor de “ganar“. Porque siempre es posible luchar por lo que amamos, y porque siempre hay tiempo para empezar de nuevo...
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